La
verdadera explosión de la actividad en Gran Canaria, apareció conjuntamente con
la revolución industrial de los años 50/60, la notoria actividad de unas islas cuyo
comercio anglosajón y puerto franco, abrió el status de libertad comercial y
pasaporte de las modas de la Europa del despertar, punto de referencia de la
nación española en las colonias del atlántico.
Tenerife y Gran Canaria, fueron las privilegiadas en el comercio nacional de importación cuyas infinitas transacciones despertaron la hegemonía de los intercambios comerciales entre continentes. Inglaterra y Alemania primero, Francia, EEUU, Italia y Japón después.