Rafa debió ser bien chico, cuando su padre se especializaba en gestionar la salvación de los vehículos antiguos de Gran Canaria, D. Salvador Hernandez –“Salvaorito” su padre- En la retirada de su jubilación consiguió levantarle a su hijo Rafael, el compromiso de continuar con su labor. De niño tomó el testigo y el relevo de las gestiones, aprendió a buscar las soluciones a los problemas y a llevar a buen puerto sus gestiones administrativas y técnicas; recuperar la memoria histórica a través de los vehículos ha sido un aliciente que ha llevado a la familia, más de cuarenta años; a salvar de esas pérdidas reparables mucho material de calidad que circuló nuestras carreteras y caminos.
Rafa lleva en los genes las lecciones de salvadorcito, -ya mayor, y esa senectud que no le permite más que usar el mando de la tele, comenta Rafa- hace dos años, le llamaron del Viejas Glorias para hacerle un homenaje y se sintió de nuevo querido y con el razonamiento de haber luchado por la causa. Hoy se muestra orgulloso de tantos cientos de coches y motos que han vuelto a la vida y a los garajes de los coleccionistas. El argumento más rotundo de la salvación consiste en localizar el pasado del vehículo, que muchas veces a desaparecido todas las señas de identidad y comienza la recuperación de la ficha técnica, números de chasis, certificados o facturas de propiedad. ITV. Tasas actualizadas y por último matricula histórica o recuperada.
Hay
muchos problemas de tiempo y gestión que ralentizan los trámites. Es como
volver armar el rompecabezas del genoma para devolver su identidad y cerrar el
ciclo de restauración y puesta al día en documentación para su salvación
definitiva. Ellos y su enorme experiencia han conseguido agilizar los caminos,
las gestiones de tráfico, las vicisitudes de las ITV, y el visto bueno de los
técnicos. Al final del trayecto queda el orgullo de la satisfacción del logro. Si
los amantes del motociclismo o automovilismo clásico rezan en sus apuntes, “Que
moto restaurada es moto salvada” se le añade el complemento; a lo que “Moto restaurada
y documentada, patrimonio revalorizado”.
Rafa
sigue ahí, postulado en sus tierras de San Roque; con la mirada sobre el Guiniguada
-donde correteo y vivió sus aventuras de niñez- y allí esconde y guarda tantas
memorias de la vida en Gran Canaria; recuerda de pequeño, vigilar al guardián
del “potrero”. Paco Lorenzo, - Francisco Lorenzo izquierdo, además de guardián
barbero de la policía Municipal de las Palmas- Cuando caía por el sueño o la “cogorza”
asaltaban el potrero y necrosaban los cadáveres de los vespinos o “Tres marchas”
para pillarles carburadores o piezas para restaurar sus motos. Era una habilidad
juvenil, que le abrió el apetito al motociclismo y al valor de sus gestiones. Su
padre era “Salvador” y sus abuelos le regalaron el bautizo de su santoral. Porque
el destino de las personas está escrito y su eslabón y cometido estaba en su
contrato de vida.
Rafa
es empático y habla de transmitir su herencia de continuidad también a sus
adeptos, en la vieja oficina de San Roque, se amontonan los expedientes;
curiosamente, son tantas las ilusiones que manifiesta cada nueva recuperación a
la vida, que la razón de su existencia y laboriosidad se compensa con las instrucciones
y el deseo de su padre.
Que no muera ese trabajo altruista y mal pagado, de devolver la vida a tantos hierros olvidados y extinguidos, de la que pasa a llamarse: recuperación de la memoria rodante
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