Casi
sacado de un cuento aparece la figura de Fran López, remendando calzado,
elaborando artesanalmente sus propias obras, no es zapatero remendón, es zapatero
artesano, superviviente de la viejas escuela, de legado y extirpe en sus genes,
calzados López padres y abuelos en su escuela, aunque la vida como a todos los
jóvenes le dió una lección, pasada la fiebre de la juventud de otras búsquedas,
fuera de su espacio natal en la isla de Lanzarote, Volvió a Gran Canaria, a presentarse
a unos cursillos de Zapatería artesanal, que daba un maestro de muchas facetas.
Adolfo Santana “El pichón”. Con las primeras anotaciones de clase de antaño en
artesanía, acabó fichándole el maestro como ayudante de su propia zapatería,
como alumno aventajado, allí tuvo tiempo, de hablar de suelas, de Hormas, de
maquinaria, de cocido, de tacones, de pieles y sobre todo de especialidades
artesanas, como la fabricación a medida para piernas especiales.
Acabó adquiriendo la Zapatería artesana del maestro y a definir su línea de trabajo, el destino quiso, además, se viera cerca del mundillo de las motos, con esos remiendos tan necesarios en las botas y desgastes del material de equipación motera. A el acuden muchos pilotos de Enduro, Trial y Velocidad, para remendar, restaurar y reponer suelas, pastillas, rasgados y trabas. No es la especialidad en la que su arte acontece, pero es el pan de cada día, donde todos recuperan la esencia de aquellas gestas olvidadas, con los pequeños apaños de gran solución.
Fran
López, es al calzado el viejo sabio, que conoce a través de la horma, el zapato
que calza cada uno, cercano y con ese estilo bohemio de zapatero artesano que
escucha la radio en el taller, mientras corta y reviste los patrones de sus
encargos. No tiene prisa, su profesión es olvidada por todos, pero tan
necesaria como la del panadero del pan de leña, un culto a la templanza de su
trabajo, una meditación a una profesión en vías de extinción que con lleva el
sacrificio del que muchos no quieren hacerse cargo en la continuidad.
El
último Zapatero del cuento, sobrevive por pasión a su profesión, sobrevive por
el canto a su legado. Donde sus antepasados siguen mirando su existencia como
un lazo de continuidad entre dos mundos, el ayer y el mañana. De momento, Fran
se siente cómodo y no deja de ampliar su mirada al futuro inmediato, buscando
sin saberlo el propio relevo generacional de su arte. De momento los viejos motoristas
están salvados, el remiendo no tiene por que ser un sacrificio al buen
material, quedando artesanos del calzado, mucho material esta salvado.
Es frecuencia verlo en los eventos del Viejas Glorias de las motos, con el taller acuesta y el consejo sobre como salvar las buenas botas o calzado que damos por perdido




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