El primer accidente mortal relacionado con un vehículo de ruedas en Gran Canaria se produjo en el año 1861. Hasta ese momento no existían registros de fallecimientos causados por este tipo de siniestros en la isla, lo que convierte el suceso en un hecho relevante dentro de la historia de la movilidad y la seguridad vial.
En aquella
época, las principales causas de muerte estaban asociadas a enfermedades,
conflictos bélicos, caídas, hambrunas o castigos. Sin embargo, la progresiva
incorporación de nuevos medios de transporte trajo consigo riesgos desconocidos
hasta entonces, inaugurando una nueva categoría de accidentes mortales
vinculados al avance técnico.
El suceso
ocurrió cuando D. Fortunato de la Cueva, comandante del Castillo de San
Francisco del Rey, conducía un coche de caballos por la carretera vieja de
Tafira. El vehículo volcó, quedando el conductor atrapado bajo el carromato.
Aunque las heridas sufridas no parecían graves, falleció a los pocos días como
consecuencia de las complicaciones derivadas del accidente.
Años más tarde
se produjo un segundo accidente mortal de características similares. En esta
ocasión, la víctima fue D. Isidro Miranda, impresor de un periódico local. El
siniestro se originó tras soltarse la chaveta de engaste de la rueda del
carromato, lo que provocó que fuera despedido violentamente, sufriendo la
amputación de un pie y falleciendo posteriormente a causa de las heridas.
Las crónicas
de la prensa local de comienzos del siglo XX ya reflejaban una creciente
preocupación por este tipo de accidentes. En 1905, un periodista del periódico
El Ómnibus advertía:
“No es
necesario ni materialmente posible mencionar tan solo los nombres de las
víctimas que la rueda ha causado en la isla. Su número, por desgracia, va
creciendo y pronto superará a los desaparecidos por el cólera, la mayor
calamidad padecida en la isla”.
Esta
afirmación evidencia el pesimismo con el que se contemplaba el impacto de los
nuevos medios de transporte. Con el paso del tiempo, aquella previsión se
confirmó. En el conjunto del país, los accidentes de tráfico han causado más de
300.000 muertes, mientras que en Canarias la cifra supera los 15.000
fallecidos.
Estos datos
permiten contextualizar el precio humano asociado al progreso y subrayan la
necesidad de analizar las estadísticas de circulación y los cambios en los
permisos de conducción para comprender la magnitud real del fenómeno.
Extracto del libro “Cuéntame historias sobre
ruedas” del autor


