Como sacado de una postal de los Alpes Suizos, los picos de Europa o cualquier cadena montañosa del continente, la primavera canaria a explotado sus colores, tiñendo de matices las laderas y barrancos, salir en moto -se antoja un ejercicio de terapia sin comparativa, estos días claros de mayo- es una autentico baño para los sentidos. La explosión de las retamas amarillas es un enorme manto que cubre las cumbres; Amapolas, relinchones y jaramagos, margaritas y tajinaste, escobones y tederas salpican los campos haciendo las delicias de los insectos en su ajetreo de polinizar. Dependiendo el eje geográfico de norte o sur; Umbrías, solanas, manifiestan la variedad en la vegetación que aumenta con la luz, pasando del verde intenso a la variedad cromática del color, todo un paseo por el verde montañoso, colorido primaveral y Azul de cielo y mar.
Canarias despierta el instinto motorista por el paseo y cientos de motoristas con colectivos, grupos o solitarios recorren la geografía como los insectos buscando el polen de la agradable sintonía natural y paisajístico, el aire fresco de medianías y cumbres, con el eje norte, sur de las cumbres de Gran Canaria, conforman docenas de bucles de altura, para hacer las conexiones de los pueblos del interior, disfrutar de sus despertares e increíbles paisajes. Conocer su idiosincrasia y actividad diaria, descubrir sus encantos y gastronomía.
Estos días de primavera, pasear en moto por Canarias es volver a la realidad del paraíso, a la gracia de sus carreteras montañosas, a la belleza encantadora de sus paisajes alpinos. Escapar a la cosmópolis de la ciudad, del ajetreo diario de saturación y trabajo, de colas y escapadas por la jungla del asfalto, es un respiro de terapia sin comparativa, por ello cada día son más miles de motos y motoristas los que descubren la magia del paseo por las islas, el encanto de escapar de lo cotidiano y encontrar razones para el descubrimiento y la sintonía motorista.
Y de todo ello en el corazón de la cumbre – El Parador de Tejeda- tiene la magia de la parada y el encuentro, las miradas de intercambio, la belleza de un paisaje indescriptible, un lugar que con los años se ha convertido en un santuario de visitas y paradas, de concierto con las cumbres e intercambios con los motoristas de todas las islas. Aquel espacio dejó atrás el enfoque turístico del paseo en burro a las cuadrillas de visitantes en moto. El último arriero del turismo pollino apenas si saca a platero al parador, las nuevas normativas medioambientales han convertido a los animales en salvados “por la campana” -de la extinción y el maltrato de sus ancestros-. Ahora mejor cambiarlos por monturas de dos ruedas modernas que cubren el expediente y gratifican otras demandas de turismo rural.
Ayer mientras daba un paseo primaveral por Gran Canaria nuevamente volví a soñar el concepto del paraíso en mi tierra: Tenteniguada, Camaretas, Cueva Grande, Cruz de los Llanos, Parador, Degollada de las Palomas, Monte Gusano, Lomo el Palo, Entre cortijos, Fagagesto, Piedra Molino, Lucena, Marente Los tilos, Pico Lomito, Buen lugar, La caldera, Arucas y autovía de regreso. Que maravilla de paisaje, Que suerte vivir aquí…
No hay comentarios:
Publicar un comentario