Por Pepe Morales.
Organizada por el Club de Motocicletas Clásicas y Antiguas, se realizó el domingo, 21 de enero, la 1ª salida de motos clásicas con menos de 250 cc.
A la hora prevista, las 10 de la mañana, se escucharon los petardeos inconfundibles de las máquinas de dos tiempos, destacando por su restauración impecable la Bultaco, GC-17.524 y la Ossa GC-21.167, con un poco menos de antigüedad que sus veteranos propietarios. No podía faltar el incombustible Rafaelito Caballero, con su eterna Derbi tres marchas, pidiendo paso para adelantarnos a poco que nos despistásemos.
La ruta transcurrió hacia San Lorenzo y la cuesta de La Milagrosa, duro reto para nuestras sufridas motos, y hacia Aríñez, donde nos detuvimos a refrescar aceites, culatas y posaderas.
Llegando a Arucas, compramos pan de leña y junto a los chorizos que llevábamos de Teror, hicimos bocadillos de lo que se imaginan. De eso y unos lomos de carne, dimos buena cuenta más adelante, sobre la plancha que llevó el nuevo socio y ya amigo, Benito Ramírez, de demostrada paciencia al seguirnos en su furgón-escoba, que afortunadamente no hizo falta.
En Valleseco hicimos otra parada en el mercadillo municipal, donde recuperamos los niveles de aceite y cafés “leche-leche” que nos faltaban, visitando al amigo Juan Alemán en el salón de la antigua Sociedad, que nos mostró sin prisas y tan amable como siempre, sus restauraciones de artilugios mecánicos que motorizaban nuestros pozos hasta no hace mucho tiempo, junto con multitud de objetos variopintos, entre los que destaca el magnífico carruaje de tiro, pieza única y de incalculable valor.
Después del almuerzo campestre, regresamos, no por el camino más corto, sino por Utiaca y San Mateo, bonita carretera adecuada a la marcha que llevábamos, resonando entre los barrancos la Ducati 250 cc de Paco Quintana, con los cambios de marchas que él hace sincronizar.
La Suzuki 125 RV del bonachón de Pepe Ravelo poco se distinguía bajo su gran humanidad, pero llegó como una valiente más.
Ya en San Mateo, nos dieron ánimos los veteranos de Bultaco y Ossa, pues eligieron regresar por La Lechuza , eso sí es espíritu motorista.
Sonrientes y comentando la repetición de esta jornada nos despedimos con la nostalgia y el sonido de unos motores que nos llevaron a otros tiempos de diferente ritmo de vida.
A la hora prevista, las 10 de la mañana, se escucharon los petardeos inconfundibles de las máquinas de dos tiempos, destacando por su restauración impecable la Bultaco, GC-17.524 y la Ossa GC-21.167, con un poco menos de antigüedad que sus veteranos propietarios. No podía faltar el incombustible Rafaelito Caballero, con su eterna Derbi tres marchas, pidiendo paso para adelantarnos a poco que nos despistásemos.
La ruta transcurrió hacia San Lorenzo y la cuesta de La Milagrosa, duro reto para nuestras sufridas motos, y hacia Aríñez, donde nos detuvimos a refrescar aceites, culatas y posaderas.
Llegando a Arucas, compramos pan de leña y junto a los chorizos que llevábamos de Teror, hicimos bocadillos de lo que se imaginan. De eso y unos lomos de carne, dimos buena cuenta más adelante, sobre la plancha que llevó el nuevo socio y ya amigo, Benito Ramírez, de demostrada paciencia al seguirnos en su furgón-escoba, que afortunadamente no hizo falta.
En Valleseco hicimos otra parada en el mercadillo municipal, donde recuperamos los niveles de aceite y cafés “leche-leche” que nos faltaban, visitando al amigo Juan Alemán en el salón de la antigua Sociedad, que nos mostró sin prisas y tan amable como siempre, sus restauraciones de artilugios mecánicos que motorizaban nuestros pozos hasta no hace mucho tiempo, junto con multitud de objetos variopintos, entre los que destaca el magnífico carruaje de tiro, pieza única y de incalculable valor.
Después del almuerzo campestre, regresamos, no por el camino más corto, sino por Utiaca y San Mateo, bonita carretera adecuada a la marcha que llevábamos, resonando entre los barrancos la Ducati 250 cc de Paco Quintana, con los cambios de marchas que él hace sincronizar.
La Suzuki 125 RV del bonachón de Pepe Ravelo poco se distinguía bajo su gran humanidad, pero llegó como una valiente más.
Ya en San Mateo, nos dieron ánimos los veteranos de Bultaco y Ossa, pues eligieron regresar por La Lechuza , eso sí es espíritu motorista.
Sonrientes y comentando la repetición de esta jornada nos despedimos con la nostalgia y el sonido de unos motores que nos llevaron a otros tiempos de diferente ritmo de vida.
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