KILÓMETRO
LANZADO DE SAN CRISTOBAL
Los
años cincuenta representaron un verdadero revulsivo tras la resaca de las
grandes guerras. El despertar de una nueva Europa, forjado a golpe de hierro,
fundición y carbón mineral, impulsó el desarrollo de las nuevas ingenierías
técnicas. El motociclismo, amparado en el poderío industrial británico,
absorbió aquella sabiduría y la transformó en ingenio para abrir nuevas
fronteras en el deporte de las dos ruedas.
Surgió
también el fenómeno latino, marcado por la recuperación en tiempos de escasos
recursos, con una economía sustentada en la práctica y la sobriedad. Las
pequeñas cilindradas eran fruto de la creatividad de talleres caseros, cuyo
empeño despertaba interés y acababa en busca de apoyos que garantizaran su
supervivencia. Pronto surgieron soluciones a la medida de los jornaleros, con
ahorros básicos y avales firmados en letras de compromiso que hablaban de
laboriosidad y sacrificio.
En nuestras islas, tras superar la autarquía y las penurias del desabastecimiento, la apertura del puerto franco permitió la reactivación del comercio y el intercambio internacional. Sin la rígida fiscalización del sistema, aquel periodo entre 1910 y 1950 supuso cuarenta años de intensos intercambios comerciales e industriales con el mundo anglosajón, lo que trajo consigo dinamismo económico y liberación mercantil. El pueblo isleño adoptó el modelo europeo y comenzó a tejer una red comercial de apertura. El automóvil y la motocicleta, más allá de ser artículos de lujo, diversificaron su identidad para llegar al ámbito latino, aunque sin olvidar a los grandes importadores.