viernes, octubre 03, 2025

KILOMETO LANZADO DE SAN CRISTOBAL

KILÓMETRO LANZADO DE SAN CRISTOBAL

Los años cincuenta representaron un verdadero revulsivo tras la resaca de las grandes guerras. El despertar de una nueva Europa, forjado a golpe de hierro, fundición y carbón mineral, impulsó el desarrollo de las nuevas ingenierías técnicas. El motociclismo, amparado en el poderío industrial británico, absorbió aquella sabiduría y la transformó en ingenio para abrir nuevas fronteras en el deporte de las dos ruedas.

Surgió también el fenómeno latino, marcado por la recuperación en tiempos de escasos recursos, con una economía sustentada en la práctica y la sobriedad. Las pequeñas cilindradas eran fruto de la creatividad de talleres caseros, cuyo empeño despertaba interés y acababa en busca de apoyos que garantizaran su supervivencia. Pronto surgieron soluciones a la medida de los jornaleros, con ahorros básicos y avales firmados en letras de compromiso que hablaban de laboriosidad y sacrificio.

En nuestras islas, tras superar la autarquía y las penurias del desabastecimiento, la apertura del puerto franco permitió la reactivación del comercio y el intercambio internacional. Sin la rígida fiscalización del sistema, aquel periodo entre 1910 y 1950 supuso cuarenta años de intensos intercambios comerciales e industriales con el mundo anglosajón, lo que trajo consigo dinamismo económico y liberación mercantil. El pueblo isleño adoptó el modelo europeo y comenzó a tejer una red comercial de apertura. El automóvil y la motocicleta, más allá de ser artículos de lujo, diversificaron su identidad para llegar al ámbito latino, aunque sin olvidar a los grandes importadores.

En este contexto surgieron las primeras competiciones: carreras, rallyes, pruebas de kilómetro lanzado o subidas en cuesta. Aunque hubo intentos esporádicos anteriores –como la célebre carrera de diligencias de 1885, de la que hablaremos más adelante–, fueron los rallyes en Gran Canaria, avalados por el Real Automóvil Club, los que consolidaron la afición. Inspirados por las grandes iniciativas nacionales de Madrid, Barcelona o Bilbao, estos eventos despertaban pasiones entre una juventud deseosa de emociones y posibilidades.

El Rallye Gran Canaria nació oficialmente el 2 de mayo de 1954, y pronto se convirtió en un escaparate deportivo y comercial en una sociedad cambiante y expectante. Automóviles y motocicletas compartieron protagonismo en aquellas primeras competiciones, seguidas siempre por una multitud entusiasta y ávida de espectáculo.

Una de las pruebas más emblemáticas en el escenario capitalino fue el kilómetro lanzado de San Cristóbal. Consistía en exprimir la máquina en la recta que iba desde el Hospital Insular hasta la Hoya de la Plata, ante una muchedumbre exaltada. Era la auténtica “prueba de fuego”: la velocidad pura y la ligereza de la máquina se imponían sobre la destreza del piloto. Así se forjaron los primeros héroes del motociclismo canario. El libro Motociclismo en Canarias, de Pepe Monzón, nos acerca con detalle a aquella época, ofreciendo clasificaciones, fotografías y el ambiente de aquellas jornadas inolvidables.

En la misma recta de San Cristóbal también se organizaban gymkhanas con automóviles, atrayendo a grandes masas de público frente a la iglesia del patrón de los conductores. Curiosa –o tal vez premeditada– coincidencia, difícil de explicar, si no es con el eterno dilema de “qué fue primero, si el huevo o la gallina”. Lo cierto es que la historia de la movilidad en Canarias está llena de anécdotas y descubrimientos que, poco a poco, iremos desvelando.

 

No hay comentarios: