El III Perenkentrefen. Fué una agradable Bienvenida a la temporada motociclista. Los amigos moteros trail de Gran Canaria, consolidan está acampada invernal.
El invierno canario en general no suele envalentar a estos reptiles típicos de las islas. Tampoco es que hubiera una rebelión para celebrar la estación generosa que nos está regalando las borrascas. Esta reunión de Aquelarres y trovadores como dijera Carmelo, tiene otra excusa de existencia. El hecho es, que dejó enmarcado un magnifico fin de semana motero.
Y van tres, y posiblemente vengan muchos más. El espíritu de los moteros trail de Gran Canaria, queda reservado a una filosofía diferente de concebir un encuentro motero en plena naturaleza y con el desafío invernal. Queda claro, lo del Perenkentrefen. Ellos han decidido hacer honor a Pingüinos O Elefantrenfen. Evidentemente hasta el nombre lo han clavado.
Lástima y garantía que si no estas cerca del grupo, no te enteras de cuando se realiza, casi siempre a finales de Enero o principios de Febrero. No es numerosa, solo van los amigos de los amigos de los que se hayan enterado. Seguramente dentro de unos cuantos años no será así. Ya que el éxito de estas primeras ediciones invita a la expansión. Cuestión, que no quieren oír, ya que se rompería un poco la magia de tan bellos momentos.
El verdor de la isla de Gran Canaria en todas las medianías y cumbres, nos ha regalado una estampa maravillosa, correr el agua por los barranquillos, ver los musgos perennes colgados de los pinares, envueltos en la bruma y ese frío gélido que aparece en lo sombrío y baja el termómetro en la nocturnidad hasta los 3 grados.
La fortaleza natural que es el macizo de Tamadaba encierra la majestuosidad misteriosa del bosque isleño. Alto y desafiante. Abajo los barrancos Hondo, la Coruña, en las cordilleras paralelas se decantan Tirma, y Faneque con mil metros de altura sobre el abismo de Guayedra.
La reunión empieza temprano, cuando los enseres, casetas, sacos, motos abrigos, gorros y guantes estén listos, luego queda el comercio y el “bebercio”. Que es la otra parte importante. Como marcan los cánones, todos deben llevar de comer y de beber, para él y otro. El resto tirar “pal monte” como las cabras, despacito y sin prisas.
Al mediodía del primer sábado de febrero ya estaban las casetas alineadas las motos aparcadas y la barbacoa y los enseres marcando el territorio. El pinar de Tamadaba es un lugar encantador. En la soledad de aquellas cumbres es difícil observar mejor, la grandeza de la tierra y el cielo. La noche nos dejó el marco celeste con todo el esplendor de las galaxias. Algunos hasta vieron las estrellas. Otros simplemente estaban estrellados.
Y llegó el mariachi. Por la bondad generosa del “Píños” que además apuesta convencido por el buen rato. Un diez a este amigo. Y otro para Carmelo Moreno, que llegó con su caravana. Sacó sus andurriales y dejó constancia de su paso. La noche fue dando su crudeza, con corridos y mentados. Y los perenkenes se alegraron en parte, al abundante octanaje extremo. Risas y divertimentos junto al sueño y el frío. Fue metiendo en las casetas a los menos anestesiados.
Luego las hogueras se fueron congelando y dejaron de brillar. Los de la serenata se dieron la “Arranquadilla”. Las voces se fueron apagando, y las cuerdas del timple enmudecieron. Entonces, llegó el reino de los sueños.
El domingo amaneció espléndido y tocaba retirada. Ni huellas de nuestro paso. El Perenkentrefen de este año ha muerto. En Artenara, comentan la noche increíble, que pasaron unos moteros con el frío en Tamadaba. Puestos a enmarcar, ya tengo la fecha reservada para el próximo año. Eso sí, al del timple que no lo inviten.
El invierno canario en general no suele envalentar a estos reptiles típicos de las islas. Tampoco es que hubiera una rebelión para celebrar la estación generosa que nos está regalando las borrascas. Esta reunión de Aquelarres y trovadores como dijera Carmelo, tiene otra excusa de existencia. El hecho es, que dejó enmarcado un magnifico fin de semana motero.
Y van tres, y posiblemente vengan muchos más. El espíritu de los moteros trail de Gran Canaria, queda reservado a una filosofía diferente de concebir un encuentro motero en plena naturaleza y con el desafío invernal. Queda claro, lo del Perenkentrefen. Ellos han decidido hacer honor a Pingüinos O Elefantrenfen. Evidentemente hasta el nombre lo han clavado.
Lástima y garantía que si no estas cerca del grupo, no te enteras de cuando se realiza, casi siempre a finales de Enero o principios de Febrero. No es numerosa, solo van los amigos de los amigos de los que se hayan enterado. Seguramente dentro de unos cuantos años no será así. Ya que el éxito de estas primeras ediciones invita a la expansión. Cuestión, que no quieren oír, ya que se rompería un poco la magia de tan bellos momentos.
El verdor de la isla de Gran Canaria en todas las medianías y cumbres, nos ha regalado una estampa maravillosa, correr el agua por los barranquillos, ver los musgos perennes colgados de los pinares, envueltos en la bruma y ese frío gélido que aparece en lo sombrío y baja el termómetro en la nocturnidad hasta los 3 grados.
La fortaleza natural que es el macizo de Tamadaba encierra la majestuosidad misteriosa del bosque isleño. Alto y desafiante. Abajo los barrancos Hondo, la Coruña, en las cordilleras paralelas se decantan Tirma, y Faneque con mil metros de altura sobre el abismo de Guayedra.
La reunión empieza temprano, cuando los enseres, casetas, sacos, motos abrigos, gorros y guantes estén listos, luego queda el comercio y el “bebercio”. Que es la otra parte importante. Como marcan los cánones, todos deben llevar de comer y de beber, para él y otro. El resto tirar “pal monte” como las cabras, despacito y sin prisas.
Al mediodía del primer sábado de febrero ya estaban las casetas alineadas las motos aparcadas y la barbacoa y los enseres marcando el territorio. El pinar de Tamadaba es un lugar encantador. En la soledad de aquellas cumbres es difícil observar mejor, la grandeza de la tierra y el cielo. La noche nos dejó el marco celeste con todo el esplendor de las galaxias. Algunos hasta vieron las estrellas. Otros simplemente estaban estrellados.
Y llegó el mariachi. Por la bondad generosa del “Píños” que además apuesta convencido por el buen rato. Un diez a este amigo. Y otro para Carmelo Moreno, que llegó con su caravana. Sacó sus andurriales y dejó constancia de su paso. La noche fue dando su crudeza, con corridos y mentados. Y los perenkenes se alegraron en parte, al abundante octanaje extremo. Risas y divertimentos junto al sueño y el frío. Fue metiendo en las casetas a los menos anestesiados.
Luego las hogueras se fueron congelando y dejaron de brillar. Los de la serenata se dieron la “Arranquadilla”. Las voces se fueron apagando, y las cuerdas del timple enmudecieron. Entonces, llegó el reino de los sueños.
El domingo amaneció espléndido y tocaba retirada. Ni huellas de nuestro paso. El Perenkentrefen de este año ha muerto. En Artenara, comentan la noche increíble, que pasaron unos moteros con el frío en Tamadaba. Puestos a enmarcar, ya tengo la fecha reservada para el próximo año. Eso sí, al del timple que no lo inviten.
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