No hay consuelo Ignacio, no
lo hay, Borja se ha ido haciendo “el cabra” con las motos por ahí, no ha pensado
en los que deja atrás, en sus padres, en sus amigos, en su familia. No hay
consuelo Ignacio no lo hay. Es un palo de los que duele y no tiene remedio, ni
solución, el cruel destino le ha burlado la salida, le ha hecho un fiasco a su
juventud, esa que pensamos nunca podemos perder y sin embargo la perdemos. Qué
triste sentir tu piel hoy. el ya no sufre, pero sus padres sí, sus amigos
también le echan de menos. En las carreras, en los entrenos, en la calle, en el
campo. Haciendo lo que le gustaba rodar en moto por cualquier sitio, sacar la
esencia de piloto y desafiar la suerte. La vida y sus desenlaces. Me hubiera gustado
escribir una vez más la crónica de su evolución como piloto, de sus gestas, de
sus buenos momentos, de sus transiciones, de su regreso. Pero me ha dejado
igual que a todos los que tuvimos la suerte de acompañarlo en su corta vida. Con
el pensamiento atascado en su infortunio, fue un estrella fugaz, visto y no
visto, brilló fuerte y destello grande, pero su fugaz paso por la tierra nos dejó
la secuela de un cometa pasajero, intenso y lleno de fuerza y juventud
Hoy en estas pinceladas a su memoria,
me duele el alma de su padre, Ignacio que siempre acompañaba a las carreras, a
los entrenos y que en su honesto silencio quería lo mejor para su hijo. Toda
nuestra fuerza estimado amigo, para amortiguar tremendo mazazo del destino,
nada nos podrá devolver lo que te han arrancado, solo su evocación y su
añoranza dormirá para siempre en los corazones de los que le amaban.
La eterna sonrisa juvenil, junto
a su infinito recuerdo, nos regalan su último adiós.
Adiós Borja, Adiós. Dios te
guarde para siempre.
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